FEDERICO UTRERA. Conocí a Antonio García Trevijano en una memorable cena de Jueves Santo que ofreció una inteligente anfitriona: Cristina Ordovás. Acudí junto a Matías Díaz Padrón, conservador del Museo del Prado y el mayor especialista del mundo en Rubens. La sobremesa fue una espontánea y desinteresada tertulia sobre Arte, algo inédito en España, país cuyo dial está saturado por la política de baja estofa y el altisonante chismorreo. De él tenía apenas unas vagas referencias sobre su figura a propósito de la Transición, en las que afloraba como icono frustrado de una futura República Constitucional tras la muerte de Franco. Político y jurista, antes de esa velada no adivinaba que este venerable prócer que jamás ha catado el poder escondía una fina sensibilidad plástica y un conocimiento no menor en filosofía. Leyendo “Ateísmo Estético, Arte del Siglo XX. De la Modernidad al Modernismo” (Ed. Landucci) creo no exagerar si defino a Trevijano como uno de nuestros grandes pensadores y teóricos del Arte de ese siglo que tan certeramente describe en su libro. (más…)