FEDERICO UTRERA / . – “Es para mí un honor poder saludarte y abrazarte. Esta película continúa”, me dijo en Madrid, mirándome a los ojos, el videoartista norteamericano, Bill Viola. “Ojalá que esto ocurra también en mi país”, fue mi espontánea reacción al oír sus palabras, pues España no atraviesa precisamente una de sus mejores etapas y, si no reacciona y se libera su sociedad civil, corre el riesgo de entregarse a una de sus recurrentes siestas históricas. Fue el pasado viernes 10 de enero de 2014, tras su conferencia en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Su cortés saludo, cogiéndome las manos, me ruborizó. El videoartista no habla español, por lo que no ha podido leer mi libro “Viola on Video”(quizás solo las más de 400 notas en inglés) que contiene su primera biografía y que concluye en el año 2000. De ahí que su trayectoria en el siglo XXI sea otra película, lo mejor para él está por llegar tras décadas de precariedad, soledad e incomprensión. Por eso en algunas de mis conferencias y talleres sobre videoarte, campo a través de esa minúscula esfera donde nos ha tocado vivir, subrayo sobre todo los “fracasos” de Bill Viola, para mí lo mejor de sus experiencias y enseñanzas. El fruto de ese esfuerzo lo vemos ahora.
Habíamos intercambiado muchos emails –con él, con su esposa Kira Perov, diligente ayudante y asesora gráfica y editorial, así como con su eficaz colaboradora Christen Sperry-Garcia–, pero nunca habíamos hablado de ello. “Cuídate de tus propios deseos”, me susurraba a mí mismo para no preguntar nunca por el resultado de la obra, no fuera a ser que oyera el fatal desenlace. Tras esta conversación ya al menos puedo respirar tranquilo. Lo que intuyo ha sorprendido al videoartista es sobre todo el Catálogo Razonado que contiene el libro, que concilia y completa los que ya habían realizado los Museos MOMA y Whitney de Nueva York. Esa hercúlea tarea realizada en solitario desde España frente a las grandes instituciones museísticas del mundo no ha sido aún valorada -diría incluso que ni siquiera conocida-, el tiempo dirá si al menos ha sido útil.
Bill Viola se mostró ilusionado con que algún día el libro pudiera traducirse al inglés, tarea compleja que escapa por ahora a mis modestas capacidades, asfixiado por la persecución implacable de ese envidiable y lujoso tesoro que es el tiempo, alquimia cuyo secreto tan bien conoce el videoartista porque ha indagado en los arcanos de la cámara lenta. Por eso animamos a algún traductor que admire su obra a que se embarque en el proyecto, para el que tanto él como yo daríamos las máximas facilidades, incluyendo la logística editorial. “¡Sería fantástico!”, exclamó. Pero mientras llega ese inesperado momento parece que, tal y como está, le ha gustado el aroma que desprende su sencillo y bello diseño, obra del ilustrador Carlos H. Valera, algo que no había tenido oportunidad de escuchar de sus labios hasta hoy.
La verdad es que estaba contento y transpiraba alegría porque la acogida a su exposición en Madrid ha sido cariñosa, sincera y masiva. Y por eso pude disfrutarlo en una de esas noches hechizadas de magia que acompañan siempre nuestra vida. No habíamos podido coincidir antes en Nueva York y tampoco en Madrid. Y si tras su último viaje al congreso sufí de Murcia apenas pudimos saludarnos fugazmente, las circunstancias también impidieron que al menos desayunáramos juntos. Esta vez la cita fue posible y Bill Viola, aunque abrumado, se sintió feliz por la expectación en torno a su exposición. Todo ello tuvo su continuidad con el estreno de la ópera “Tristán e Isolda” de Richard Wagner en el Teatro Real de Madrid, bajo la dirección de Peter Sellars y con la escenografía videográfica del propio Bill Viola. También tendrán cumplida reseña de la misma.
Conferencia de Bill Viola y Kira Perov en la Real Academia de Bellas Artes (spanish and english)
Exposición: Bill Viola [en diálogo]: Real Academia de Bellas Artes de San Fernando
Ópera en el Teatro Real: Tristán e Isolda. Escenografía: Vídeos de Bill Viola.