
VICENTE ARAGUAS. (Majadahonda, 5 de septiembre de 2025). Juan Goytisolo, Adelantado. Se habló mucho en el largo y tórrido verano (para hiperbolizar un poco a William Faulkner) de Torre Pacheco y Jumilla, como lugares donde “la caza del moro”, tan bien glosada por el irreductible Juan Goytisolo. Cada generación debería dar al menos uno como él, como dio un Fernando de Rojas, un San Juan de la Cruz, un Blanco White, un Luis Cernuda, por citar algunos irredentos de un país que mandó al exilio, aunque fuera interior, a tantas mentes clarísimas. Y sí, dígase claro, estas cazas del inmigrante, como lo fuimos nosotros, –soy gallego, “iste vaise, aquel vaise e todos, todos se van” [Este se va y aquél se va y todos, todos se van], Rosalía de Castro, otra insurgente, lo dejó dicho para siempre–, deshonran a un país de acogida. Y tantos otros lo fueron del nuestro, por razones políticas, por asuntos económicos, tantas veces lo mismo. Y en caso de duda volvamos, por favor, a las imágenes brutales de la gente republicana huyendo a Francia a la caída de Cataluña en manos franquistas. Uno de ellos, Antonio Machado, hoy en manos de todos. Pronúnciese el “Caminante no hay camino” y oirán un coro unánime para decir el poema casi entero, o completo, bien que conocido sobre todo por la versión que de él hiciera Serrat (añadiendo verso de su cosecha, lo que no sé si está bien). (más…)









FEDERICO UTRERA. Gracias al poeta José Angel Valente descubrí uno de esos libros que te cambian la vida: “La Universidad española, ocaso y restauración”, de Alberto Jiménez Fraud, entonces director de la Residencia de Estudiantes y mecenas del poeta Juan Ramón Jiménez cuando la habitaban Lorca, Dalí y Buñuel, entre otros muchos genios del siglo pasado. Aquella “Residencia” no se diferenciaría mucho de lo que hoy pretende ser una universidad moderna: viajes al extranjero (“Erasmus”), conferencias de expertos, laboratorios tecnológicos, prácticas en empresas… Y el libro concluye: la transmisión del conocimiento se hace estéril si no cumple escrupulosamente 3 requisitos: teoría, ciencia y experiencia. Las universidades de todo el mundo son aptas en teoría y ciencia, pero fallan en experiencia porque la mayoría de sus profesores son hostiles al mundo laboral, ya que sus vidas se han consagrado al estudio, la investigación y la lectura. De ahí que en épocas de crisis, su hundimiento e ineficacia se haga más palpable y la fosa entre formación académica y habilidad profesional se abra bajo los pies de los estudiantes y graduados, dando lugar a altísimas tasas de paro juvenil o a parados de larga duración que no encuentran la manera de reciclarse o reinventarse. Es el mundo del siglo XXI que a causa de estas carencias ya estructurales se ha instalado para quedarse.