FEDERICO UTRERA. «In Memoriam». El videoartista norteamericano Bill Viola (1951-2024) falleció este viernes 12 de julio a los 73 años víctima del alzhéimer en su casa de Long Beach (California) y son numerosos los amigos que me han advertido de su muerte para recordar de nuevo lo más significativo de su vida y obra. El hecho de haber sido un español su primer biógrafo –y autor de su último catálogo razonado– no solo me facilitó el acceso al siempre hermético mundo de los museos en España, en especial del Caixaforum, Guggenheim y Thyssen-Bornemisza, que son los tres que mostraron curiosidad por esta circunstancia, sino que me abrió además las puertas de instituciones de todo el mundo (Nueva York, París, Florencia, Londres, etc.) donde incluso he podido disertar sobre su vida y obra, aspectos inseparables como en todo gran artista que se precie de serlo, sea cual sea su disciplina. Tuve el honor y el placer de contactar con Bill Viola primero por email para la investigación que comenzó en 2005 (entonces internet no estaba tan extendido como hoy) contestando amablemente a mis preguntas. Y posteriormente lo conocí en persona, primero durante un Simposio sobre Ibn Arabi en Murcia (2013) y posteriormente en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando con motivo de una exposición suya (2014), simultánea al estreno en el Teatro Real de su escenografía audiovisual para el «Tristán e Isolda» de Wagner, en celebrada adaptación de Peter Sellars.
ENCUENTRO EN CUENCA CON KIRA PEROV. Algunos años después de la publicación de mi tesis doctoral sobre el Mass Media Art y el libro posterior que se convirtió en «Viola on Video», esa primera biografía, no recuerdo con precisión la fecha, un alto cargo de un museo español me advirtió que el videoartista ya era rehén de esta enfermedad que ha acabado prematuramente con su vida, por lo que probablemente no volvería a tener contacto con él. Y así fue. Mi encuentro en Cuenca (2018) con su esposa, la fotógrafa australiana Kira Perov, tras la inauguración de su «Vía Mística» en cuatro sedes del casco histórico de la ciudad, además del Museo de Arte Abstracto Español, en las iglesias de San Miguel, San Andrés y las Angélicas (sala de exposiciones de la Escuela de Arte José María Cruz Novillo), fue la última vez que supe de ellos. Hoy solo puedo lamentar y apenarme por su fallecimiento dedicándole una breve reflexión que he venido repitiendo durante estos años como apóstol de una disciplina artística que muy probablemente alcanzará su hegemonía sobre los restante soportes estáticos durante este siglo XXI.
UN INNOVADOR GLOBAL COMO PICASSO. Bill Viola fue el «Picasso» del videoarte, siendo el malagueño un artista con el que no simpatizaba especialmente (él era sobre todo un videoartista «realista», si se puede denominar así), a pesar de que llegó a exponer en el Museo Picasso de Málaga e impartió una muy lúcida videoconferencia que tuve oportunidad de escuchar. Quizás abominaba de este apelativo –«el Picasso del videoarte«– porque uno de sus acerados críticos iniciales le definió despectivamente como «el Picasso de la Generación MTV», lo que quería decir algo así como la cima artística de los niñatos del videoclip. De ahí que yo reformulara en mi biografía ese malintencionado bautismo para darle otro prisma algo más ajustado a su papel innovador. Picasso tampoco fue el primer cubista pero sí el que impuso su transformación de la pintura en el siglo XX. Y es que estamos siendo testigos de un hecho artístico y tecnológico que pocas veces ocurre en la Historia: un cambio de visión y además de soporte. El pincel, el lienzo y el color han sido sustituidos por la cámara, el plasma (o el LED) y el tiempo, este último entendido como materia plástica y versátil. Y el arte es transformar algo en ideas, en formas, pues todo arte representa cosas invisibles según anticipaba Coomaraswamy, uno de los sabios hindúes que inspiraba la obra de Bill Viola.
LA TECNOLOGÍA Y EL ARTE. Hoy la ciencia y el arte (poesía) vuelven a estar unidos, como en la época de Brunelleschi y Masaccio. Para ello es necesario explicar antes algunos presupuestos teóricos y científicos que acompañan a la experiencia estética. La tesis de Bill Viola que trasladé en su biografía es que vivimos en presente un segundo Renacimiento que solo el futuro describirá en los libros de Historia. La perspectiva de Brunelleschi en el siglo XV es la imagen en 3D de hoy en día. El descubrimiento y extensión de la imprenta es semejante a la explosión de información que supone internet. La sustitución de la pintura al fresco o a la tabla por el cuadro al óleo es similar al paso de la fotografía analógica a la digital, que puede ser continuamente retocada. Y el videoarte es la evolución natural de la pintura, como la videoinstalación lo es de la escultura, que fue anterior. Creo que el videoarte es una innovación y un cambio y Bill Viola no fue el primero (antes fueron los videoescultores Nam June Paik y Wolf Vostell) pero sí fue su profeta. Todo ello coexiste con nuevas formas artísticas (cloud art, body art, etc…) porque el arte conceptual y audiovisual ya se desliza en la conciencia del siglo XXI, transformando el ideario del nuevo artista, que no es necesariamente alguien que dibuja bien, sino alguien que piensa bien. Y alguien que piensa bien es que escribe o crea bien y muy seguramente también actúa bien, como hacía Bill Viola. Descanse en Paz.