Editorial Hijos de Muley Rubio

Fernando Arrabal: «¡Houellebecq!»

houellebecq«Los dos que se cruzan, que se cruzan siempre con una precisión muy matemática, una regularidad muy desconcertante, una exactitud muy angustiosa, una puntualidad antipoéticamente milimétrica, uno viniendo del Norte y el otro del Sur, los dos que se cruzan, digo, se cruzan».
Óscar Domínguez. Les Deux qui se croisent. París, Fontaine, colección La Edad de Oro. 1947)

Un día Arrabal y Houellebecq se cruzaron en la parisina rue Jouffroy d’Abbans; uno español de Melilla, zapador nato ante los obstáculos, siempre con el optimismo por bandera, capaz de remover las aguas más profundas del teatro del mundo; otro francés de la isla de Reunión, inveterado escéptico y con propensión al desánimo, descriptor gélido y fundador de la nueva corriente literaria que algunos bautizan ya como depresionismo, un último ismo al que agarrarse. Se encontraron junto al piano del Hotel Pavillón Monceau, cerca de la casa del pintor Chirico; dialogaron y descubrieron que a los dos les atraía la isla de Lanzarote (Canarias), eran europeos nacidos en Africa, admiraban a Topor (1938-1997) y les apasionaba la cámara. De aquellos polvos vinieron estos lodos: su amistad fructificó con el tiempo y el azar objetivo del destino sorteó las dificultades geográficas y de comunicación a lo largo y ancho del globo: cuando uno iba a Almería, el otro venía de Nueva York, uno paseaba por Jerusalen y el otro descansaba en Irlanda… También de sus encuentros madrileños y otros avatares trata este libro, que nace de esa fusión de ideas estéticas, literarias y filosóficas tan dispares que arrojan sabrosa fecundidad en ambos.  (más…)

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Fernando Arrabal, por Pablo Pino.
Fernando Arrabal, por Pablo Pino.

arrabal2Federico Utrera

Cada vez que aparece por la Villa y Corte intento verle pero no siempre lo consigo. El email nos salva, pero es sólo metadona. La Fundación ICO le había invitado a Madrid: una conferencia sobre el surrealismo y las vanguardias en el Casino de la capital. Fernando Arrabal (Melilla, 1932) se hace un lío: «En el Casino Militar… perdón, Civil». Su padre, que era miembro del Ejército en Melilla y como tal murió por defender la legalidad republicana practicamente en solitario y en plan suicida, le hubiera estado agradecido por el lapsus. Azares del destino me trastornan e impidieron gozarlo. Aún no soy un hombre del todo libre y probablemente no lo sea nunca, prisionero del periodismo para fortuna de la literatura, queha podido librarse así de una de sus peores lacras. Hace unos meses tampoco pude acudir a verlo cuando recibía el enésimo premio, no sé si por su novela, ensayo, poesía, pintura o teatro o por todo a la vez. Por unas horas se me escapó a París, vía Barajas. Antes sí, en la Fundación Mapfre, en su conferencia sobre Stalin, personaje árido y asunto a contracorriente. No fue la mejor intervención de su vida y estuvo prodigioso. Así es Fernando Arrabal.  (más…)