FEDERICO UTRERA. Hay memorias que definen una época mejor que los libros de Historia y eso lo saben muy bien los historiadores, los escritores y sobre todo los lector@s. El memorialista sería el Doctor House y su célebre lema: “todos los pacientes mienten”, mientras que la Facultad de Historia sería la Academia de Medicina y llevaría por emblema “todos los médicos mienten”. Entre estas dos certezas habremos de movernos a tientas entre los oscuros laberintos de la Historia con mayúsculas porque quizás ese plural mayestático sea también otra mentira y solo debamos creer la suma contrastada y contradictoria de relatos individuales. Esa es la complejidad de lo que llamamos “realidad”, que en la era digital, con miles de fuentes, se hace más perceptible que en la monolítica o bipolar época analógica. (más…)
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Nueve poetas místicos reunidos en torno a Juan Goytisolo
El novelista español exiliado en Marrakech (Marruecos), Juan Goytisolo. acaba de dar a luz sus primeros nueve poemas. Lo ha hecho con 82 años, por lo que la destilación ha sido lenta y enjundiosa. En este libro, el escritor Federico Utrera no se ha atrevido a explorar esa gracia que no quiso darle el cielo pero al menos tampoco ha renunciado a reunir en un libro a sus nueve poetas, entre los que sobrevuela un halo místico en la línea de la mejor tradición literaria española: «A Rafael Cansinos Assens, aligerado de guión y tilde, lo encontré una tarde cerca del Viaducto donde vivía su padre. Con gran generosidad me cedió la correspondencia de su progenitor con las dos hermanas Burgos, a una de las cuales yo pretendía biografiar entonces. Sin saberlo, me sumergió en el universo literario de este sigiloso prócer de la literatura española del que deriva Jorge Luis Borges, según propia confesión. Precisamente a la viuda del discípulo, María Kodama, sobre quien sobrevuela una leyenda de incurias y maledicencias que hubieran indignado a su marido, también le estreché su mano en Madrid, donde disertó con emoción sobre los últimos momentos del poeta. Meses después adquirí a precio razonable en el Centro de Arte Moderno el retrato que le dibujó Norah con los versos manuscritos de su hermano “A quién está leyéndome”. Cada vez que los releo me recuerdan aquel memorable acto poético de reivindicación de la escritura donde la conocí».
«Hacia los poetas que he agrupado bajo el manto de la mística y la vida profeso una rara admiración. De niño, como casi todos, perpetré algunos sonetos, pero pasé luego más de dos décadas ajeno por completo al mundo del Parnaso. Cuando me reencontré con él, descubrí que este noble e improductivo arte, si se sabe ver, mueve los hilos invisibles del planeta, pese a las imposturas y las incomprensiones. Siento mucho respeto hacia los poetas jóvenes que merecen llamarse así, y aún más hacia los que consagraron su vida a este hoy desdichado género. De entre todos, Juan Ramón Jiménez me elevó a sus alturas, pero si no hubiera sido por su sobrina nieta Carmen Hernández Pinzón y por don Paco, su padre, jamás hubiera descifrado la luciferina escritura del autor de los “Libros de Madrid”, lo cual me permitió editarlos».
«El resto de los elegidos, Luis Cernuda, Octavio Paz, Lezama Lima y Reinaldo Arenas, también tienen sus deudos. A los dos primeros llegué por Juan Goytisolo y Juan Luis Panero, que me ayudaron a desbrozarlos de la enorme paja con que estaban ocultos, la mayor parte de ella en forma de hueco panegírico. Los dos últimos pude alcanzarlos por obra y gracia de dos artistas cubanos: Iván González Cruz, difusor de la obra lezamiana en España, al que tras un breve carteo desde la Valencia donde reside, pude por fin conocer en una modesta vindicación que, sin demasiado público, se tributó en la Casa de América. Y el pintor Jorge Camacho, con quien disfruté unas maravillosas jornadas surrealistas en Tenerife y que me alumbró junto a su esposa, la madrileña Margarita, por las playas de arena blanca que conforman la imaginación de Reinaldo, para mi gusto, continuador y nuevo Lorca de América Latina».
«José Ángel Valente también fue una luminosa estrella. Su lectura y su circunstancial presencia en mi vida se deben a Alfonso Lázaro, mi mejor amigo hasta que murió prematuramente, pues él me lo presentó. Nunca se lo agradeceré lo suficiente. De Juan Goytisolo apenas puedo añadir nada más que estos escritos. Cuando eché mis primeros dientes en literatura, me calificó generosamente como “intelectual” en un célebre artículo xenófilo. Desde entonces, lucho por desprenderme de tamaña ignominia y con su ayuda, algún día podré lograrlo».
Índice:
Borges y su maestro Cansinos Assens
– Es tiempo de los Borges
– Una y Mil noches con Borges
– La bohemia de Cansinos Asséns
Poetas de la Mística y de la Vida
– El archivo de JRJ
– Las prosas de Juan Ramón
– El centenario de Luis Cernuda
– La monja que amó Octavio Paz
– Las ínsulas de Lezama Lima
– Diccionario de vida, por Lezama Lima
– El abuelo Polo de Reinaldo Arenas
– El mundo alucinante
– Epitafio por Valente
– Ecos insulares de José Ángel Valente
– Las ínsulas suizas
– Robayna y sus extrañas ínsulas
– De Syntaxis a Vulcane
– Goytisolo el extraviado
– El fracaso de Juan Goytisolo
– Hágase la luz
– Siquier y Goytisolo, un malentendido histórico
– Lagartijas y Chumbos en Níjar y La Chanca
– Flamenkitos sin tierra
– Una fotografía de Sánchez Mesa
– “El Príncipe” de Goytisolo
– El “monstruo” de Níjar
– El viaje de Chukri
– Las amigas de Juanita Narboni
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