Esther Zaplana.
A comienzos de su andadura, el feminismo tenía particular interés en alcanzar ciertos logros considerados fundamentales para el desarrollo social, así como para el avance del movimiento de emancipación de la mujer, no olvidando que entre sus entonces más polémicas reivindicaciones se encontraban la lucha por su plena integración en la educación, el mundo laboral, y la política. Tampoco hay que olvidar que por lo general las primeras décadas del siglo XX se caracterizan, al menos en Europa, por una creciente militarización y guerras sobre las cuales un copioso número de mujeres clamó en contra, resaltando sobretodo las secuelas que los conflictos bélicos engendraban. Muchas mujeres se consideraban entonces pacifistas, entendiendo por esto el no querer ‘combatir hasta que caiga el último hombre’. Sin embargo, son mucho menos frecuentes, desde una perspectiva feminista, las reflexiones teóricas contra el militarismo, la guerra y su antítesis, la paz. Una notable excepción es Virginia Woolf, que en Las tres guineas argumenta contra el militarismo y la guerra, y establece la conexión teórica entre la militarización/guerra y el patriarcado/masculinidad.