CARMEN ALBORCH*. Las «Memorias de Colombine» de Federico Utrera se inscriben en un movimiento muy amplio que afortunadamente existe desde hace algún tiempo y que pretende sacar a luz a mujeres que han sido importantes en la Historia, pero que sin embargo no han estado en la historiografía. Este es un trabajo que a mí me ha venido apasionando desde hace mucho tiempo y la verdad es que me ha llamado mucho la atención de manera positiva que desde hace muchos años hablábamos mucho las mujeres pero escribíamos poco. Y si no se escribe es más difícil que quede constancia de las mujeres y de su obra. Afortunadamente, a partir de una mayor sensibilidad, se han ido rescatando a mujeres que han sido importantes en la Historia y existe una bibliografía cada vez más amplia que nos devuelve el orgullo de ser mujer.
Aunque todavía tenemos un camino largo que recorrer y no estamos ante la igualdad real, sí se han dado pasos importantes. Y reconocer a mujeres que han realizado transgresiones relevantes siempre es de interés. Este caso creo que es especial porque Federico Utrera ha hecho una obra con todo el amor y la pasión, ama muchísimo a Colombine y ha realizado un trabajo estupendo para recuperarla. Si esta mujer era feminista o no, dependerá de lo que entendamos por feminismo. Ella, en un momento determinado, dice que no lo era, pero si analizas bien su obra, podemos considerarla feminista en el sentido de que lucha por la igualdad de las mujeres y de sus derechos. Y eso, desde luego para mí, es feminismo, y no tengo ningún miedo a la palabra. Pero Colombine fue también una mujer honesta, que lucha por su libertad y la de las mujeres, que es periodista pero también una gran viajera y cosmopolita, y que representa magníficamente lo que es la superación a través del conocimiento y el esfuerzo, la lucha por unos ideales. Creo que es una mujer digna de que se le haya dedicado esta biografía intensiva y que no es por otra parte al uso.
Contaba Colombine que una vez le encargaron que tradujera un libro de Moebius, que se llamaba «La inferioridad mental de la mujer». Y ella, claro, tenía que vivir, aunque le producía mucha repugnancia tener que traducir este libro. También me gusta mucho del personaje como trabajaba y mantenía relaciones con los demás. Y por mi tierra, que es Valencia, de la que decía que era «la tierra que más amo, porque tiene pasión y rebeldía, arte y libertad». Creo que se identifica mucho con esta parte del Mediterráneo y ella misma se ve en la introducción del libro como naturalista romántica: «me gusta todo lo bello y la libertad de hacerlo sin afiliarme a escuelas», solía decir. Creo que es una manera de ver que luchaba por la libertad, no sólo por los derechos de la mujer, y que demuestra que tenía un amplio compromiso político. Me ha gustado mucho la manera que tenía de trabajar y es que cada vez que se planteaba un tema, por ejemplo el divorcio o el sufragio universal, abría correspondencia con gente que consideraba de interés y les preguntaba sobre el asunto.
Este epistolario también está recogido en el libro y me parece muy interesante leer opiniones de gente muy ilustre sobre estas materias. Existen ocasiones en que las mujeres y los hombres piensan que todo lo que ha pasado en la conquista por los derechos de igualdad ha sido natural y está superado, pero yo pienso que Colombine fue siempre una transgresora, en el buen sentido de la palabra, una rebelde. Y además los planteamientos que hizo son dignos de todo respeto. Por eso, yo me sumo a las felicitaciones que ha recibido Federico Utrera por su libro*. [Discurso de presentación del libro «Memorias de Colombine» de Federico Utrera en la Casa de América, citado por la autora en su libro «Solas». Carmen Alborch falleció este 24 de octubre de 2018 en Valencia.