Luis Antonio De Villena*.
Me ha gustado mucho este libro de Fernando Bruquetas porque es periodístico, ameno, muy claro, donde al tiempo se juega, creo que intencionadamente, con ciertas ambigüedades. Una es la utilización dual de la palabra outing, que en el mundo anglosajón tiene una significación muy concreta que no es la de «salir del armario» sino «sacar del armario». O también cuando a una persona se le acosa de alguna forma o se le clama públicamente que es homosexual o lesbiana sin su consentimiento. Esto se ha hecho algunas veces en el mundo anglosajón, pero quizás el caso más famoso fue el de la actriz Jodie Foster cuando fue a recoger un oscar y se encontró con una pancarta que recogía en grandes titulares la palabra dike, que puede traducirse del inglés como «tortillera».
Esta práctica es naturalmente muy polémica y a mi entender con razón. Sólo en casos muy graves se le puede obligar a una persona a declarar su condición sexual, como podría ser el de un juez que fuese homosexual y condenara a alguien por serlo igualmente. En ese caso, a lo mejor convendría hacer outing, pero en circunstancias normales no hay porqué obligar a nadie a declarar su sexualidad porque convendría recordar que eso lo hizo Hitler colocándoles un triángulo rosa a los homosexuales y así quedaban marcados y se sabía quienes eran. Ese outing lo hizo Hitler.
Cosa muy distinta es salir del armario, que no es un exhibicionismo porque esa actitud no gusta a nadie. Sucede cuando una persona cree conveniente o quiere y decide proclamar su condición sexual porque piensa coherentemente con una opción ideológica, que suele ser de izquierdas naturalmente, que ese aclaramiento en su posición va a ayudar a otra mucha gente.
El medio homosexual ha sido perseguido, denostado y humillado, nunca se debe olvidar que ha estado fundamentalmente humillado. Aunque las cosas han cambiado bastante, sigue existiendo muchísima gente que sufre terriblemente por no poder declarar su condición sexual, ya que es ridiculizado por compañeras o compañeros de colegio, se le hacen burlas en su puesto de trabajo… Esa continua vejación es una de las cosas más terribles a que puede estar sometido un ser humano: a mucha gente le han destruído su vida. El hecho de que personas notables declaren su condición homosexual es simplemente una forma de ayuda, de hacer ver que eso es normal, que no pasa nada, que no son mejores ni peores, son lo que son, valen por sus hechos no por su condición.
Fernando Bruquetas ha realizado un juego simpático en el libro, lo que practica es un juego muy grato donde se recoge toda la rumorología que ha existido durante muchos años sobre bastantes personajes. Si esos personajes, objeto de públicos rumores, nunca han terminado por definir su condición sexual, en el libro tampoco estan definidos. No se dice de nadie lo que ese alguien no haya dicho, en ese sentido el libro es muy respetuoso. Un caso arquetípico es el que abre el libro: el ex ministro Josep Borrell, del que se dijo que si era o no era homosexual. El adoptó el divertido tono de asumir el rumor, no hizo como que no oía sino que al contrario, hizo muchas bromas sobre el hecho de que a él le atribuyeran novios. Él no se definió nunca, o lo hizo emparejándose con Cristina Narbona. Así que el asunto quedó zanjado diciendo que tenía una novia, si es que eso zanja algo.
Por eso el libro normaliza algo que deseamos todos: que en el futuro nadie tenga que ponerse etiquetas. A mí me parece terrible que alguien tenga que ponerse la etiqueta de homosexual o de lo que sea, porque en un Estado ideal cada uno puede ser lo que quiera y daría exactamente lo mismo.
*Presentación del libro Outing en España (HMR). Sala Garibaldi (Madrid)