Adolfo Suarez*
*Presidente del Gobierno 1977-1981
La presentación del libro Memorias para la Paz de Juan María Bandrés, construído con delicadeza y brillantez por Raimundo Castro, constituye para mí, y ustedes lo pueden suponer -y pienso que tambien para todos aquellos que conocemos a Juan Mari-, un acto entrañable por las relaciones de afecto que él ha sabido imprimir en todos nosotros, y la admiración sincera que profesamos a sus cualidades humanas.
Son muchos los libros que hoy se escriben sobre los acontecimientos y avatares de la transición política española a la democracia, y las etapas que la precedieron y la sucedieron. A mi juicio, éste no es un libro de historia ni es un libro político, es la narración de la vida de un hombre, luchador permanente por las libertades, la democracia y los derechos humanos, que ya ha hecho historia pero por sí mismo. Junto a las actuaciones personales que relata y los hechos que describe, en los que tuvo una participación decisiva, en este libro, -tal y como ocurre en la misma política-, se desprenden tambien las convicciones y creencias que los fundamentan y los sentimientos que los impulsan. Y eso, en mi opinión, con ser muy importantes las actuaciones y los hechos, es lo más válido. Es la personalidad entera del autor la que se despliega a través de estas páginas y con ella toda la solidaridad y entrega a los demás que constituyen los ejes esenciales de su vida. En este libro descubrimos la existencia por entero de Juan María Bandrés, desde cual fue su entorno familiar, el impacto que le causó su estancia en el Colegio de los Sagrados Corazones, los estudios de Derecho, sus convicciones religiosas y su actitud moral ante la vida.
Pronto se hicieron notorias sus actuaciones como abogado en defensa de las causas perdidas, como él mismo las califica, ante el Tribunal de Orden Público, cuya supresiòn fue una de las primeras tareas que yo emprendí como presidente del Gobierno español. Tambien destaca en este libro el papel que jugó en el Juicio de Burgos. Sus idas y venidas al Madrid de entonces, su visita al cementerio civil ante la tumba del presidente Nicolás Salmerón, que dimitió por no querer firmar una pena de muerte, constituyen a mi juicio las páginas más brillantes y conmovedoras de este volumen. Como tambien lo son las que relatan sus actuaciones en pro de las amnistías en los primeros tiempos de la democracia, su intervención en la elaboración del Estatuto de Guernika como diputado de Euskadiko Ezkerra y su defensa en el Congreso y más tarde su participación, verdadera autoría en todo caso, junto a Juan José Rosón, que era el ministro del Interior, en la reinserción de los componentes de ETA político militar, una de las obras más culminantes que para la pacificación de los espíritus se ha llevado a cabo en nuestro país desde la sensatez y la generosidad política.
Debo confirmar, siquiera sea de pasada, todo cuanto Juan María dice sobre las entrevistas que mantuvo conmigo cuando entonces yo era presidente del Gobierno, y tambien significar la comunicación casi permanente que entre los dos creamos. Tengo que expresar mi más sincero agradecimiento a esas páginas. Él supo ver, en los puntos que se trataron, no solo lo que yo sentía y pensaba verdaderamente, sino tambien las dificultades que debía superar para transformar aquellas convicciones en decisiones políticas. Es muy difícil encontrar un político con perspectivas y pareceres inicialmente distintos a los míos, la comprensión e incluso el afecto que demuestran sus palabras. Esa comprensión, transformada en amistad entrañable y profunda, constituyó el fundamento de nuestra colaboración en la Comisión Española de Ayuda al Refugiado, que tantas tareas humanitarias y de solidaridad nos han deparado y que Bandrés atendía y llevaba a cabo directamente hasta que la enfermedad, de la que ya ha salido, impuso un paréntesis a su actividad.
Y quiero terminar diciendo que nos encontramos ante un libro abierto al futuro, gracias a dios sin terminar. A Juan Mari Bandres le queda, y yo lo deseo, mucha vida por delante, que puede ser tambien materia de otras tantas páginas. Desde esta convicción profunda, hago mío el deseo que expresa Eduardo Chillida en el prólogo de este libro: que Juan María luche ahora mismo por él lo que ha luchado hasta hace poco por los demás. En esa lucha, -estoy completamente convencido de ello- todos le acompañamos y le apoyamos.
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Homenaje a Bandres en San Sebastian: Participando como oradores Mohamed Sidati, responsable en Europa de la República Saharaui y persona con la que Bandrés tuvo gran relación; Delia Blanco, presidenta de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), organización de la que Bandrés es presidente honorífico y fue presidente e impulsor; y Alfredo Tamayo, jesuita donostiarra elegido por la familia para hablar sobre los aspectos más humanos de Juan Mari, tuvo lugar un homenaje a Bandrés en su ciudad natal organizado por la corporación municipal. Igualmente valioso fue el discurso pronunciado por Adolfo Suárez durante la presentación del libro «Memorias para la Paz» de HMR, celebrada en el Congreso de los Diputados, cuyo contenido reproducimos. (En la imagen, Raimundo Castro, Adolfo Suárez, Nardy Barrios, Olivia Bandrés y Cristina Prieto, en la cámara baja).
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