A propuesta de la editorial HMR, el Premio Bandrés concedió una Mención Especial a Mercedes García, responsable de la Federación de Mujeres Progresistas en El Ejido, y a Antonio Puerta, responsable de Almería Acoge, por su trabajo tenaz, callado y muchas veces incomprendido en favor de los derechos humanos.
El «Premio Juan María Bandrés a la defensa del derecho de asilo y a la ayuda a los refugiados y a los desplazados» tiene un carácter exclusivamente honorífico y con él CEAR y la Fundación CEAR quieren reconocer la labor de personas u organizaciones destacadas por su trayectoria en la defensa del derecho de asilo y la ayuda a refugiados y desplazados.
Hasta la fecha se ha otorgado este galardón en tres ocasiones: la primera edición recayó sobre el español Enrique Figaredo, jesuita cuya labor en defensa de los derechos humanos en Camboya ha sido mundialmente reconocida.
El año pasado el Premio Bandrés reconocía el trabajo realizado por Maggy Barankitse, más conocida como «el Ángel de Burundi», quien ha salvado a miles de niños y niñas hutus y tutsis, supervivientes del genocidio.
En 2004, el galardón ha distinguido al jesuita Javier Giraldo, por su labor incansable a favor de los derechos humanos en Colombia, y muy especialmente con la población desplazada por la violencia política que atenaza desde hace más de medio siglo al país andino.
Fallo del jurado Enrique Figaredo-Ganador 2001
BASES DEL CONCURSO:
1. La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) y la Fundación CEAR-Consejo de Apoyo a los Refugiados desean reconocer la defensa del derecho de asilo y la solidaridad con los refugiados, tan necesarias hoy, con la concesión de este II Premio, que lleva el nombre de Juan María Bandrés», presidente de honor de CEAR.
2. Podrán presentarse a este Premio las personas físicas o jurídicas, instituciones públicas o privadas, fundaciones y organizaciones no gubernamentales que hayan destacado por su trayectoria en la defensa del derecho de asilo y la ayuda a los refugiados y a los desplazados internos.
3. Las candidaturas podrán ser presentadas por personas, instituciones y organizaciones que actúen en el ámbito de la defensa y la protección de los derechos humanos o de la cooperación al desarrollo.
4. El Premio tiene un carácter exclusivamente honorífico, y consta de una serigrafía cedida desinteresadamente por Eduardo Chillida.
5. Las proposiciones motivadas deberán remitirse antes del 1 de diciembre, a la secretaría general de CEAR (Plaza de la Constitución, 2, Bajo, Local 16. 28760 Tres Cantos – Madrid) o a la siguiente dirección de correo electrónico a: sensibcent@cear.es
6. El Premio se otorgará por resolución de un jurado integrado por un representante de la familia Bandrés, otro de la Administración, otro de CEAR, un patrono de la Fundación CEAR, un refugiado o refugiada, varias personalidades relevantes del mundo de la cultura y el ganador de la anterior edición del premio.
El fallo deberá producirse dentro de los dos meses siguientes al cierre del plazo de presentación de proposiciones y será publicará en la páginas web de CEAR y de la Fundación CEAR.
JUAN MARI BANDRÉS Y LOS REFUGIADOS.
En 1992, una vez terminado su mandato como eurodiputado, Juan María Bandrés nos manifestó su deseo de colaborar con CEAR. Era su manera de seguir estando en política pero de otro forma; de seguir defendiendo a aquéllos que más dificultades tienen para hacerse oír en esta sociedad competitiva e injusta en que vivimos y a los que siempre prestó atención como jurista y político.
Su preocupación por los problemas de los refugiados en España no era nueva. Durante la tramitación de la Ley de Asilo en 1984 había participado ya en una propuesta alternativa a la del Gobierno y defendió las enmiendas sugeridas por CEAR durante el debate de la ley. No dudamos en presentar su candidatura como Presidente de CEAR, cargó que aceptó sin dudar. La razón que nos dio era convincente aunque no evidente entonces: «No hay nadie más pobre que un negro sin papeles en la Gran Vía, o quizás sí: una mujer negra sin papeles».
Como todos los que le conocen saben, el estilo de «hacer política» de Juan María Bandrés nunca fue el de las grandes palabras, ni el de los objetivos sometidos a estrechos idearios partidistas. Desde CEAR consiguió con un lenguaje claro y directo y un talante dialogante que
los problemas complejos de los refugiados e inmigrantes llegaran hasta la Administración y los ciudadanos; se interesó por los casos concretos y puso su intuición jurídica al servicio de las causas de los refugiados.
Durante su mandato se creó la Fundación CEAR, dedicada a la cooperación internacional, y gracias a sus gestiones, el ex presidente Adolfo Suárez asumió su presidencia. Desde CEAR Juan María Bandrés hizo «política» en el mejor sentido de la palabra, ésa que el escritor catalán Josep Pla definió como «la astucia al servicio de la realidad».
Gracias Juan Mari.
Fallo del Jurado del I Premio Juan Mª Bandrés
Presentado por el jurado en el acto «España por los Refugiados»
En el día del 53 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el jurado del I Premio Juan María Bandrés a la Defensa del Derecho de Asilo y la Solidaridad con los Refugiados de CEAR y la Fundación CEAR ha acordado conceder este galardón al Sr. D. Enrique Figaredo, por su valioso trabajo en el Servicio Jesuita para los Refugiados en Camboya.
El jurado también desea hacer una mención especial al ejemplo del Sr. D. Arne Rinnan, capitán del buque noruego Tampa, que el 26 de agosto rescató a 438 refugiados de un barco pesquero que se hundía en aguas de Indonesia. A propuesta de la editorial HMR, tambien concurrieron al galardón Mercedes García Fornieles, presidenta de Mujeres Progresistas en El Ejido, y Antonio Puerta, responsable de Almería Acoge.
Madrid, 11 de diciembre de 2001
Perfil autobiográfico de Enrique Figaredo
ganador del premio Juan Mª Bandrés
Nací un 21 de septiembre de 1959 en Gijón, Asturias. Soy el 7 hijo de ocho. Hice el bachillerato en el colegio de los Jesuitas de mi misma ciudad. El COU lo hice en Madrid y los tres primeros años de económicas en la Universidad Complutense. En 1975 con el deseo de servir a Dios decidí entrar en el noviciado de los Jesuitas. Esto fue en Valladolid. Posteriormente estudié 3 años de filosofía en la Universidad Pontificia de Salamanca que simultaneé con hacer los dos últimos cursos de económicas en Madrid.
En 1985, cuando terminé esta parte de mis estudios impulsado por el deseo de servir a Dios en la gente más necesitada me presenté voluntario para el Servicio Jesuita para los Refugiados. Fui aceptado y enviado a los campamentos de refugiados de los camboyanos en Tailandia donde trabajaba un equipo del SJR. Allí me asignaron el servicio a los mutilados de guerra que eran muchos, la mayoría a causa de las minas y no había nada para ellos. Estuve 3 años. Fueron años muy llenos de experiencias duras y a causa de la situación de guerra, pero también muy ricas.
Trabajé principalmente en los campamentos de «Site 2» con 180.000 refugiados y unos 1.500 mutilados, «Site 8» con unos 60.000 refugiados y más de 2.000 mutilados y «Site B» con 70.000 refugiados y unos 1.000 mutilados. La labor principal fueron los servicios sociales y la educación técnica para los mutilados. Para ello teníamos unos talleres de oficios y actividades sociales. Al final de mi estancia intuyendo la gran necesidad de los mutilados en el interior del país logré ir a Camboya y visitar muchas provincias de Camboya durante 3 meses y entender más claramente el conflicto, la situación de los mutilados y del país bajo la dominación vietnamita y las circunstancias tan difíciles que generaba tantos refugiados.
En Octubre de 1988 volvía a España para comenzar mis estudios de teología en la Universidad Comillas de Madrid. Seguí en contacto cercano con Camboya y volví los 3 períodos largos del verano de vacaciones. Colaboré así en el inicio al establecimiento de nuestros servicios a los mutilados, deficientes físicos, de desarrollo rural y finalmente a la labor de acogida de los refugiados repatriados en 1992.
En Octubre de 1993 volví a Camboya definitivamente hasta hoy para hacerme cargo de nuestros proyectos del «out reach» a los mutilados y lanzar nuestra silla de rueda Mekong para servir a los deficientes físicos de Camboya y también participar activamente en la campaña camboyana e Internacional para la eliminación de las minas. Estos fueron años apasionantes.
Con respecto al proyecto de las sillas de ruedas. Producimos más de 4.000 en 5 años. El equipo de 15 mutilados graduados de nuestra escuela de oficios en los talleres de «Banteay Prieb» (la casa de la Paloma) ha trabajado incasable y creativamente produciendo esta silla con tres ruedas. Hecha principalmente de madera, en un diseño local la hemos hecho llegar a los rincones más remotos de Camboya con nuestros equipos de «out reach» compuestos principalmente por mutilados. Son muchas las historias y los rostros que le vienen a uno cuando habla de la silla. La silla nos ha hecho llegar a gente muy necesitada, responder a un problema muy básico: la movilidad. La silla ha transformado sus vidas, les ha hecho independientes o al menos menos dependientes. Y también muy importante para nosotros ha sido conocerles, ser sus amigos y establecer una relación para poder acompañarles en sus comunidades y contribuir a rehacer sus vidas y respondiendo también a otras necesidades urgentes por medio de diferentes ayudas que incluyen la educación informal, alfabetización, pequeños créditos… el seguimiento del beneficiario de la silla de ruedas ha sido clave en el desarrollo de nuestros servicios en Camboya.
La Campaña para la eliminación de las minas antipersona, tanto camboyana como internacional ha sido también un trabajo en el que hemos puesto mucha ilusión, horas, inteligencia y energías. Durante esos años fuimos teniendo resultados por encima de lo que nos esperábamos. En Camboya donde batimos los records mundiales teniendo: más de una mina por persona (a 10 millones de personas unos 10 millones de minas), una persona de cada 236 heridas por las minas. En el año 1997 tuvimos más de 2.000 víctimas, más de 5 por día. El uso socialmente está desaprobado, es decir hay una conciencia social de la maldad de este artefacto, que no había antes, y legalmente, el gobierno y el parlamento ha prohibido tanto para el ejercito y como para los civiles su uso e importación. Las labores de deminaje son muy extensivas y el proceso de destrucción cada vez es mayor.
Internacionalmente la captación de fondos para todo ello por la solidaridad internacional es muy significativa. El tratado internacional de Ottawa en diciembre de 1997, la concesión del Nobel de la Paz a la Campaña son logros que nos animan y nos hacen ver el futuro con más esperanza, pero no con falta de trabajo.
El 2 de Julio de 2000 fui instalado como Prefecto Apostólico de Battambang, una prefectura (área pastoral) que engloba ocho provincias de Camboya.
Las prioridades generales de mi trabajo como representante de la Iglesia Católica en esta zona de Camboya son las siguientes:
* Ofrecer a la gente la oportunidad de experimentar la Fe que movió a Jesús de Nazaret a dar su vida por los demás (la Fe de Jesús).
* Profundizar y fortalecer la Fe de las Comunidades Católicas de Camboya.
* Trabajar por la reconciliación y la justicia a todos los niveles.
* Servir al necesitado al pobre y al excluido.
* Promocionar el arte y la cultura camboyanos.
* Favorecer el diálogo interreligioso.
En mi nuevo cargo trato de que la Comunidad Católica en Camboya tome parte activa en los servicios sociales a los pobres y los oprimidos llevando a cabo diferentes actividades encaminadas a mejorar su nivel de vida de muy diferentes formas. Mediante el trabajo comunitario, la asistencia y rehabilitación de enfermos, indigentes y de personas con discapacidades. Respecto a este grupo y dentro de la rehabilitación no sólo física, sino también social, llevamos a cabo un centro para la acogida de niños discapacitados, la distribución de sillas de ruedas «Mekong» y el seguimiento de sus beneficiarios así como la construcción de viviendas, becas de estudios (formal y no formal) para discapacitados, y ayuda diversa a nivel comunitario.
También estamos ofreciendo ayuda a la escolarización de niños, aprendizaje de oficios por los adultos, y programas de concienciación social por los problemas que amenazan la estabilidad y prosperidad de la sociedad camboyana ( HIV, falta de higiene, integración de minorías étnicas…).
La mayor parte de estas actividades son llevadas a cabo por los comités sociales de las parroquias. Organismos sociales que trato de fortalecer y en los que delegar numerosas competencias.
En el ámbito pastoral y el cultural, tratamos de incluir en las celebraciones litúrgicas una referencia camboyana, ( sea por medio de las danzas folclóricas u otras tradiciones culturales) de forma que la celebración de la Fe de Jesús se convierta en una verdadera fiesta acorde al folclore y las raíces de éste país.
Camboya es un país joven recién salido de una guerra, con un presente muy difícil y futuro esperanzador. De igual forma las Comunidades Católicas son de recién «recreación» tras la dictadura de Pol Pot, así tratamos de que éstas crezcan en la misma dirección y rumbo que el país, de forma de que las gentes de Camboya no encuentren a las Comunidades Católicas como un grupo ajeno a las realidades presentes y esperanzas futuras en las que se encuentran.
Llevo ya un año en este nuevo cargo, y mi nueva situación me posibilita llegar a personas necesitadas a las que anteriormente no tenía acceso, pero muchas veces con el uso de unos recursos escasos, que tratamos de incrementar y mejorar continuamente.
En este momento, un año después de mi transición del «Jesuit Service» una organización de los Jesuitas, una ONG católica al trabajo desde la Institución Jerárquica de la Iglesia me encuentro esperanzado y sin falta de trabajo por ofrecer a las gentes de Camboya la posibilidad de celebrar la Fe de Cristo desde una perspectiva integral en donde los aspectos espirituales estén lo más integrados posibles con la vida social y los servicios humanitarios.
Enrique Figaredo Alvargonzález
Battambang, 8 de agosto de 2001
II PREMIO BANDRES
Margueritte Barankitse, el «ángel de Burundi», obtiene el II Premio «Juan María Bandrés» de CEAR y la Fundación CEAR
El jurado del II Premio «Juan María Bandrés» a la Defensa del Derecho de Asilo y la Solidaridad con los Refugiados, reunido ayer 9 de diciembre en Madrid, acordó por unanimidad premiar a Margueritte Barankitse por su extraordinaria labor en defensa de los derechos humanos y la paz en su país, Burundi, en un contexto de extrema violencia y terror.
Barankitse, soltera y perteneciente a una familia de ricos terratenientes tutsis, adoptó hace años a tres niños de su propia etnia y a cuatro niños hutus. En 1993 se vio envuelta en una matanza tribal e intentó proteger a los miles de hutus que huían de las milicias tutsis y que se habían refugiado en el obispado de Ruigi, una zona rural próxima a la frontera con Tanzania. Cuando Margueritte Barankitse salió a parlamentar con los milicianos tutsis, entre los que había algunos miembros de su propia familia, fue apaleada, mientras el edificio del obispado era incendiado con los fugitivos hutus en su interior. Murieron 72 personas y sólo sobrevivió un grupo de niños, de los que ella se hizo cargo. Dos días después, tuvo lugar la venganza hutu y Margueritte asumió también el cuidado de los niños tutsis, a los que les habían arrancado los ojos.
Fue entonces cuando Barankitse decidió dedicar su vida a la protección de los niños, las víctimas más débiles de los odios tribales, y a trabajar por que la paz se imponga algún día en este país del corazón de Africa. En la última década más de 200.000 personas han perdido la vida en Burundi como consecuencia de la violencia interétnica y centenares de miles han tenido que huir de sus aldeas para convertirse en refugiados. En este tiempo Margueritte Barankitse, conocida cariñosamente como «Maggie» y apodada «el ángel de Burundi» por los periodistas, ha salvado y protegido a más de cinco mil niños, entre ellos no sólo los que son víctimas de la violencia tribal, sino también a niños huérfanos, enfermos de sida y disminuidos psíquicos, a través de varios centros de acogida y de una modesta organización que ella dirige.
Con la ayuda de Cáritas de Alemania y el apoyo de los Padres Blancos en Burundi, Barankitse está construyendo viviendas dotadas de huerta en tierras de su propiedad divididas en lotes que entrega a los niños que están bajo su protección cuando alcanzan la mayoría de edad. Entonces, éstos jóvenes son invitados a adoptar a niños que han conocido en los centros de acogida para formar familias interétnicas.
Sin embargo, Margueritte Barankitse también ha recibido numerosas amenazas de muerte, ha sufrido varios atentados y sus propiedades han sido agredidas. El jurado del Premio ha querido distinguir su trabajo por su ejemplar compromiso con la paz y la convivencia entre las distintas etnias de su país en medio de un ambiente muy hostil y por su ayuda a las víctimas más desprotegidas de la violencia, los niños. Pero nuestro Premio también pretende dar a conocer su extraordinaria labor y así contribuir a proteger su vida.
Por otra parte, el Jurado, presidido por el pintor Juan Genovés, también ha querido hacer una mención especial de otras candidaturas presentadas a la segunda edición del Premio «Juan María Bandrés». A Amnistía Internacional y a su presidenta, Irene Khan, por su ejemplar compromiso con la defensa universal de los derechos humanos y su defensa irrestricta de los derechos de los refugiados.
A Javier Giraldo, miembro de la Fundación Intereclesial de Justicia y Paz, por su trabajo de más de dos décadas en favor de los refugiados y desplazados de su país, Colombia.
Al teólogo Jon Sobrino, por su testimonio de entrega a los más pobres de El Salvador.
A la profesora estadounidense Karen Musalo, por su trabajo jurídico en defensa del derecho de asilo y de los nuevos supuestos de persecución, en particular de la concesión del estatuto de refugiado por razón de violencia de género.
A Francesc Vendrell, por su trabajo como representante especial de las Naciones Unidas en Afganistán, el país que más refugiados ha generado desde 1980.
A Mercedes García, responsable de la Federación de Mujeres Progresistas en El Ejido, y a Antonio Puerta, responsable de Almería Acoge, por su trabajo tenaz, callado y muchas veces incomprendido en favor de los derechos humanos.
A la exposición «Exilio», organizada por la Fundación Pablo Iglesias, por su labor de sensibilización social sobre la tragedia de los centenares de miles de españoles que tuvieron que abandonar nuestro país tras la derrota de la causa republicana en 1939 y hacer ver que hoy debemos acoger a quienes, como nuestros compatriotas entonces, necesitan de la protección internacional porque huyen de la represión y la persecución.
Y al jesuita Esteban Velásquez, por su trabajo de tantos años junto a los refugiados salvadoreños.
Por su parte, la presidenta de CEAR, Delia Blanco, valoró de manera muy positiva la calidad de las candidaturas presentadas al II Premio «Juan María Bandrés» y en particular la trayectoria de la premiada. «El compromiso de Margueritte Barankitse con los refugiados, con la defensa de los derechos humanos, la paz y la convivencia constituye un ejemplo para quienes trabajamos por los refugiados».
Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR)
Madrid, 10 de diciembre de 2002
Tf.: 91.804.54.04 / 65.43.
Fax: 91.804.68.86.
www.cear.es