Editorial Hijos de Muley Rubio

El problema vasco

Gravitaciones, de Eduardo Chillida
Gravitaciones, de Eduardo Chillida

Joaquin Márquez Grau
(Sevilla, 1963), escritor.

-Bartolomé Sosa… Sousa, Sousa. Siéntate, hijo. Sousa, Sousa, donde está la lista, que no la veo. Nos han puesto ordenadores y yo de esto no entiendo.
-Abra usted la ventana.
-¿Tienes calor, hijo?
-No, no.. Quiero decir que pinche usted ahí con el ratón para abrir una ventana en la pantalla. Sale una ventana, ¿ve? Ahí seguramente están las citas. Pinche donde pone citas.
-Dale tú, hijo.
-Aquí está. Sousa Mendes, Bartolomeu. 
-Yo lo que digo, Bartolomé, es que esto está cada día más deshumanizado. Antes a los médicos nos tenían para firmar recetas y ahora también nos tienen para darle a los botoncitos. Yo soy de la vieja escuela, Bartolomé; una medicina humanizada, un interesarse por el enfermo como persona… Bartolomé: dime que te pasa.
-Bueno, vengo a que me enderece. Me levanté tieso esta mañana.
-Una contractura. Levanta el brazo, hijo. Aquí está el bocado. Gira, gira. ¿Lo notas?
-Sí, claro.
-Vale. Te voy a mandar tres cositas: Voltarén comprimidos, Voltarén crema y estas ampollas que son muy buenas, muy fuertecitas. Pueden provocar diarrea, pero eso es bueno: la diarrea limpia. Cuando veas que mejoras las dejas de tomar o te pasas por aquí.
-Venía también…
-Sí. Al papeleo, a las recetas. Esto es horroroso, hijo. Y el ordenador, que deshumaniza, que despoja al hombre. Yo, con perdón de los oficinistas. ¿Tú trabajas en una oficina, no? Hombre, no digo yo que todos los funcionarios sean unos vagos, que habrá de todo, igual que aquí. Nosotros también somos funcionarios. Bueno, lo nuestro es peor todavía, porque nosotros no tenemos vocación de funcionarios pero nos obligan a serlo. Y eso sí que es una barbaridad en un médico.
-… A por los análisis, venía también a por los análisis.
-Los análisis. Está la cosa mala, Bartolomé, está la cosa muy mala.
-¿Mala? ¿Otra vez? Yo la dieta la hago. Y ejercicio. Me he comprado una bici estática.
-El País Vasco, Bartolomé.
-¿El País Vasco…? Bueno, eso parece que tiene poco arreglo.
-Glucosa, bien; urea, perfecto; ácido úrico, bien; creatinina también… Colesterol total: cuatrocientos cincuenta.
-Joder. Merdolas…
-Bueno, bueno, está un poquito alto, Bartolomé, pero no tú no te preocupes, tranquilo, eh. Mira, yo no te voy a mandar pastillas esta vez: controla la dieta, controla el estrés, anda, haz un poquito de ejercicio…
-Me he comprado una bici estática. Hago todos los días.
-Te has comprado una bici estática, ya me lo has dicho. Pues con eso no vas a ninguna parte ¡ja! Es broma, es broma, Bartolomé. Bueno, eso está muy bien, pero al uno, eh, ponla al uno, que si la pones a más es horroroso, es como subir una cuesta. Y no es cosa de que uno tenga que reventar, eh, así que tranquilito, eh.
-Hago una hora o así todos los días.
-Bien, bien, pero lo que tienes que hacer sobre todo es no preocuparte, que preocuparse es lo que más sube el colesterol. Yo lo debo tener por las nubes, porque a mí lo de los vascos me preocupa mucho, en serio, no te rías, Bartolomé: estoy preocupado como el que más. Lo debo tener muy alto, sí, porque además, y hablando de otra cosa, a mí las chacinitas y esas cositas ricas no me las quita ni Dios en toda su majestad, tú me entiendes. Y eso también sube, qué te voy a contar yo que soy el médico. Claro, que yo no me hago análisis. Si me los hiciera me preocuparía más y me subiría más. Y bastante precupación tenemos ya con los putos vascos.
-Pero bueno, cuatrocientos cincuenta es mucho…
-Putos vascos. Dime, dime.
-Que eso es mucho. Cuatrocientos cincuenta es como para pastillas ¿no?
-Dime, dime, Bartolomé, que a mí me gusta la relación humana. Yo me niego a convertirme en un despachante de recetas. Me niego.
-Digo que lo normal es que me hubiese bajado. Este verano aproveché para hacer ejercicio. Por la mañana corría, por la tarde hacía bicicleta…
-Y por la noche… ¡Ja! Es broma, es broma, Bartolomé. Pero bueno, eso también baja, no pongas esa cara. Te veo agobiadillo…
-He seguido la dieta a rajatabla, no entiendo nada. Bien está que suba en épocas de trabajo, pero si también me sube después de las vacaciones yo ya no sé qué hacer para arreglarlo. Por eso le decía lo de las pastillas, si no sería mejor seguir tomándolas…
-Bartolomé.
-Sí.
-¿Tú cómo ves a España, hijo?
-¿España?
-Yo la veo mal, Bartolomé. Mal. Mira, yo de política ni sé ni quiero saber. Lo que sí tengo claro es que yo soy español, sevillano y andaluz, por este orden. Y lo de los vascos se nos está yendo de las manos, hijo. Ellos a matar, que es lo único que saben, y nosotros a aguantarnos: ni hablar de pena de muerte; ni hablar del GAL, que yo no soy socialista pero hay que reconocer que eso estuvo muy bien; ni hablar de tocarles un pelo, ni siquiera un sustito para que se acojonen… Mira, un guardia civil de mi pueblo que estuvo destinado muchos años en el Norte… Bueno, para qué contar. Yo lo que pienso, y te lo digo también como médico, Bartolomé, es que el cuerpo social está enfermo y que aquí hace falta un cirujano, tú me entiendes. Así no podemos seguir. Yo miro debajo del coche.
-¿Usted? ¿Usted está amenazado?
-Y tú, y todos. Todos estamos amenazados. Mira la pobre criaturita del atentado de Madrid, a ver qué culpa tenía de nada. A ver qué crimen había cometido: ser española, como tú y como yo.
-Bueno, no sé. Es complicado. Y además, yo es que soy medio portugués, ya lo sabe usted. Hay cosas de aquí que entiendo pero otras se me escapan un poco.
-Bartolomé. El próximo análisis después de Navidad.
-¿Después de Navidad?
-¿Para que quieres venir antes? ¿Para asustarte más? Bartolomé: los resultados de los análisis te producen ansiedad y la ansiedad produce estrés y el estrés sube el colesterol total. Después de Navidad, Bartolomé, hazme caso. Disfruta de las fiestas, tómate unos langostinos, que no son tan malos como dicen los médicos. Y no te comas tanto el coco, que es peor.
-Pero…
-Bartolomé: las sociedades modernas están deshumanizadas y eso produce tres azotes, tres plagas que son las propias de nuestro tiempo, que te voy a contar yo que tú no sepas: la primera de ellas, las cardiopatías, que son consecuencia de la mala alimentación, del estrés, del tabaquismo, del sedentarismo y de la hipercolesterolemia, que es lo que tú tienes y lo que seguramente tengo yo también. Y además fumas, igual que yo. La segunda plaga, los accidentes de tráfico. Tú tienes coche, ¿no? Pues ya sabes, ándate con ojo que también eso es factor de riesgo. Y la tecera plaga, la más reciente, las enfermedades degenerativas, que se están poniendo muy de moda por el alargamiento de la esperanza de vida en las sociedades modernas, esto sí que es cachondo. Bartolomé: de algo hay que morirse. Si no te mueres de un ataque al corazón o de un cáncer de pulmón o de un accidente de tráfico, todavía te quedan las enfermedades degenerativas. De algo hay que morirse. De asco, por ejemplo, que también el asco es factor de riesgo. No te rías que no es cachondeo, Bartolomé, que no es cachondeo: es lo que me pasa a mí, todo el día despachando recetas. Esto me da más asco que lo de los vascos, bueno, no, lo de los vascos es peor, qué hijputas los vascos, qué hijoputas. Bartolomé: yo esto lo veo muy mal.
-A mí lo que me tiene malo es el colesterol.
-Ahora, que te digo una cosa, Bartolomé: si a mí se me presenta uno de la Eta herido en urgencias, yo lo atiendo, eh, yo lo atiendo, que la deontología es lo primero. Lo que ocurre, de lo que yo me quejo, es que a la Guardia Civil no se le deja actuar conforme a su deontología, que tú y yo sabemos cual es y cuál ha sido siempre. Esto es de locos.
-No sé…
-Bartolomé.
-Sí.
-¡Y encima hay gilipollas piden diálogo! ¡¡Diálogo con los tíos de las pistolas!! ¡¡Serán maricones!!
-No sé… Parece complejo. Es complicado, ¿no?
-¿Complejo? ¿Complicado? ¿Tú crees que así se puede despachar este asunto? ¡Vamos, vamos! Me vas a perdonar, Bartolomé, pero eso es como decir malegrovertebueno, eh ¡Eso es no decir nada!
-El caso es que es complicado, ¿no? A mí me lo parece.
-El caso es no mojarse, Bartolomé: no mojarse. Y así nos va.
-¿Y que solución hay?
-Vale, vale, móntate en tu bici estática y pedalea. Así no vamos a ninguna parte, Bartolomé. Después de Navidad hablamos, adiós, adiós. ¡¡Siguiente!!
-Adiós.

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