Si cada ciudad tiene un espacio que la define, un ámbito peculiar que es capaz de transcender los límites físicos de su inserción geográfica y alcanzar por diferentes motivos lo universal, ése es La Chanca. Allí rigen quizás leyes distintas a las del resto de la ciudad, un territorio historicamente al margen en tantos sentidos, pero cuyo entramado social y urbanístico ha sido frecuente foco de atracción para intelectuales y artistas, que han encontrado en sus construcciones cubiculares y luminosas, en el entramado de sus callejuelas y plazas, algo así como un «paisaje del alma». Con motivo de la reciente reedición de La Chanca, de Juan Goytisolo, y de un original catálogo fotográfico de Carlos Pérez Siquier, las páginas de Addenda recogen en esta ocasión desde la visión erudita de Florentino Castro Guisasola hasta las reflexiones del novelista sobre una de las partes de su último libro, España y sus Ejidos, pasando por las palabras siempre lúcidas de José Ángel Valente: se ofrecen así diversas perspectivas y se arrojan diferentes luces sobre un rincón geográfico aún desconocido para muchos. Un poema de juventud de Luis Cernuda nos inicia evocadoramente en este acercamiento al sur.