El manifiesto de profesionales, periodistas e intelectuales que se elaboró a raíz de los sucesos acaecidos en El Ejido el pasado 6 de febrero sigue vigente. Al documento se han adherido nuevas firmas, que reproducimos a continuación. Los apoyos pueden seguir remitiéndose a la dirección postal de CORDEL que figura en la contraportada, o bien por correo electrónico a cordel@teleline.es, y serán publicados en próximos números.
Eduardo de Burgos García (Físico), Joaquín Carretero López (Abogado), Carmen Cassinello Company (Profesora), Emilio Contreras (Periodista), Pedro Fernández Céspedes (Periodista), Manuel Fuentes (Periodista), Lidia García (Socióloga), Francisco Giménez-Alemán (Periodista), Mar Hedo (Periodista), Carlos Herrera (periodista), Dolores Hedo Cassinello (Bióloga), Elisa Martínez (Terapeuta ocupacional), J.A. Martínez Soler (Periodista), Erik Martínez Westly (Traductor) Martinmorales (dibujante), Nacho Para (Periodista), Julio P. Muley (Periodista), Rogelio Rodríguez (Periodista), José Luis Perceval (Periodista), Jesús Pozo (Periodista), José María Perceval (Historiador), Jesús Rubio Alférez (Ingeniero de caminos), Carlos Santos (Periodista), Juan Tortosa (Periodista), Federico Utrera (Periodista), Manuel Verdegay (Periodista).
Ante la gravedad de los acontecimientos recientes de El Ejido y la necesidad de buscar soluciones civilizadas a los problemas derivados de la inmigración, los abajo firmantes, amigos todos de El Ejido y de Almería, queremos expresar lo siguiente:
– Nuestra prioridad es recuperar el buen nombre de El Ejido y de Almería entera como la tierra hospitalaria, generosa y abierta que ha sido desde siempre. Nuestra tierra ha recibido a miles de personas que, en su inmensa mayoría, sólo vienen a trabajar y a vivir en paz, huyendo de sus lugares de origen por falta de oportunidades para progresar y mejorar su bienestar. Tenemos la obligación de darles un trato humano y justo, de ofrecerles techo, educación e integración, y de perseguir y castigar a quienes infrinjan la ley. Nuestra condena de la delincuencia y del crimen es tan rotunda como la que hacemos expresamente del racismo y la xenofobia. Nadie puede ni debe escapar al imperio de la ley ni de la Constitución, ley de leyes que nos hemos dado todos libremente.
– Nuestro rechazo absoluto a cualquier brote de racismo. La xenofobia es un talante y un estado de ánimo, fruto del miedo y de la ignorancia. Deseamos que nunca más se produzcan situaciones como las que han sufrido y sufren los inmigrantes magrebíes y los ejidenses de bien, que son la inmensa mayoría.
– La explosión de violencia xenófoba es un problema complejo que requiere diagnósticos y tratamientos también complejos. Reclamamos de los poderes públicos de Almería una implicación prioritaria en este asunto que es de la máxima gravedad. El silencio, la ceguera o el abandono mostrados con demasiada frecuencia por las autoridades políticas, académicas, culturales y educativas debe ser sustituido por un nuevo enfoque más activo en favor de la integración, el diálogo, la tolerancia y el mestizaje. No debemos tenerle miedo a la variedad de culturas y a los frutos excelentes que la acumulación multicultural ofrece para las generaciones venideras de Almería. Sabemos que, a medio plazo, sus ventajas superan con mucho a sus inconvenientes.
– La solidaridad y la equidad son extraordinariamente rentables, no sólo para la economía sino sobre todo para la cultura y la sociedad almerienses. Lo que ha ocurrido en El Ejido tiene, desgraciadamente, numerosos precedentes en otros lugares del mundo y en todos los tiempos. Conviene estudiar y aplicar aquellas recetas, ya probadas con éxito, que tratan de encontrar caminos de entendimiento, integración y tolerancia. Entre ellas, el control de la inmigración ilegal para evitar situaciones explosivas debe ser tan decisivo y eficaz como la apuesta por la multiculturalidad. Para ello, Almería, tierra fronteriza y puerta europea en el Mediterráneo, requiere muchos mas medios de los que ahora posee y es deber de los ciudadanos reclamarlos de los poderes públicos. También deben acoger a todas las personas que ya viven pacíficamente en nuestra tierra, sin provocar éxodos dolorosos, y aceptar, a partir de ahora, la llegada sólo de aquellos a quienes puede integrar con dignidad. La inmigración ilegal e incontrolada conlleva altos riesgos de marginación y delincuencia y es el caldo de cultivo en el que crece el racismo.
– Debemos desterrar de nuestro lenguaje los términos discriminatorios, las denominaciones peyorativas, las alusiones xenófobas. Hacemos un llamamiento a la sociedad civil de El Ejido y de Almería para que, con sus iniciativas y sus gestos solidarios, comiencen a labrar el camino de la integración, el diálogo, la tolerancia y la convivencia entre culturas.
– Todos somos culpables de lo que ha ocurrido en El Ejido pero es hora de mirar hacia el futuro sin rencores ni odios. Ni El Ejido ni Almería han sido nunca racistas sino todo lo contrario. La inmigración responsable y controlada, sin exclusiones inhumanas ni falsas expectativas, va a ser algo cotidiano, inevitable y deseable durante los próximos años y lustros. La Unión Europea necesita mano de obra para mantener su ritmo de desarrollo económico y de bienestar social y ésta vendrá en su mayoría del norte de Africa, el Este de Europa y América Latina.
– Pedimos a todas las partes afectadas un compromiso firme para que los terribles sucesos de El Ejido sirvan como vacuna pedagógica que evite su repetición en el futuro. Corresponde a las instituciones políticas, académicas, educativas y culturales, tanto públicas como privadas, explicar a la ciudadanía la gravedad de estos acontecimientos, los riesgos incalculables que conlleva la espiral de violencia racista, en ambas direcciones, y los beneficios inmensos derivados de una solución civilizada y generosa de los problemas de la inmigración. Almería, «la más noble y gloriosa ciudad de Andalucía», como recitó Francisco Villaespesa, y «océano de generosidad», como dijo nuestro antepasado musulmán Ibn Al Qastilli, puede y debe ser pionera en abrir nuevos horizontes a la integración de los inmigrantes y a la convivencia pacífica entre distintas culturas.