Provincia es antónimo de centro; pero la provincia siempre pugna por convertirse en centro y reproduce dentro de sí los mecanismos de los que es víctima. La provincia es provincia a su pesar. La provincia andaluza se convirtió en centro, como otras tantas provincias, con la coartada ¿intelectual? del nacionalismo y el plan político de las autonomías. Desde ese momento pestífero, Andalucía, y el resto de provincias, renunció a sus posibilidades de ejercer realmente como provincia, ofreciendo puntos de vista, actitudes y posturas extravagantes, extemporáneas, extranjeras y, en una palabra, marginales. Muy al contrario, cuando Andalucía y las demás provincias obtuvieron sus estatutos de autonomía, se constituyeron en centro y reconstruyeron dentro de sí el mismo esquema del que habían renegado. En Andalucía, Sevilla se convitió en centro y ejerció sobre las provincias una tiranía cultural y política semejante a la que Madrid había ejercido contra Andalucía durante décadas. Almería es una muestra salvaje de ese olvido al que el centro somete siempre a la periferia.
Pero Almería no está libre de culpa. Almería espera su turno para convertirse en centro de Andalucía hacia el 2005, año en el que desaparecerán los últimos restos marginales de la provincia, los que la han hecho encantadora durante mucho tiempo. Los sucesos de El Ejido demuestran que Almería ingresa inexorablemente en el centro. Mientras tanto reproduce dentro de sí las tensas relaciones entre centro y extrarradio. Las obras municipales son una piedra de toque excelente para comprobar esta situación. Mientras que el centro de la ciudad es sometido a una remodelación de miles de millones, los barrios (como se conoce en ocasiones a la provincia, a la periferia, al margen) permanecen abandonados. Un tal Megino, urólogo, llegó a comparar la estructura de la ciudad con la de una casa de clase media, con su salón como centro y sus salas periféricas, que pueden esperar la hora de reforma. Provincias de Almería, como Retamar, sufren el olvido del centro en una provincia, Almería, que a su vez es víctima del centralismo sevillano. Lo curioso es que este fenómeno se produce en Andalucía, una provincia tradicionalmente ignorada por el centro de la Administración. Y lo más estrambótico es que todo ello tenga lugar en un país, España, que ha sido provincia, margen cultural, extravagancia, periferia de Europa, provincia de Estados Unidos.
Prefiero una provincia crítica con el centro, que no reproduzca los vicios que critica; prefiero una provincia al margen del pensamiento único