La Biblioteca Juan Ramón Jiménez inicia su andadura portando como emblema a nuestro poeta más universal y más odiado por su generación y hasta sus propios discípulos, los mismos que luego le pedían prologara sus obras. Una vida dedicada íntegramente a la poesía, no siempre comprendida y aún menos reconocida, fue galardonada al final con el Premio Nobel. Llegó tarde: apenas dos años antes de morir obtiene ese galardón que la España oficial se negaba en promover.
Más de un centenar de textos inéditos componen esta sorprendente obra biográfica en prosa nunca publicada del Premio Nobel de Literatura que ha sido reconstruida con los materiales de su archivo en la Universidad de Río Piedras (Puerto Rico) tras las incompletas reconstrucciones de los años sesenta. Las fotografías que incluye la edición fueron tomadas por el propio poeta o formaban parte de su album personal. (más…)
«Madrid de hoy. Pueblo de la Mancha que muere. Ciudad catalana que nace. ¡Qué triste reinado el del ocaso y el de la luna naciente que sonroja y platea la armoniosa proyección de ciudad baja y bella de Carlos III en tardes que parecieron un momento de eterna belleza!». (más…)
«Este libro iba a llamarse (se llamó antes) La colina de los chopos, y llevaba, en su forma primitiva, retratos y paisajes alternados. Un retrato y un fondo. Pero casi todos los retratados fueron –en los años que guardé mi libro– convirtiéndose de chopos ilusorios –¡ilusión mía!–, en palos reales de telégrafo, y como tales pasaron a esa especie de almacén de inutilidades que llamé Caricaturas sentimentales de españoles variados; donde, claro está, quedan chopos los poquitos que lo fueron siempre.» (más…)
«El salón del Sanatorio estaba en el sitio de honor, daba de la casa al jardín. Desde sus balcones, las noches de verano, veíamos la hermana Pilar y yo los fuegos de la Guindalera o la salida de la luna. Se convertía en dormitorio cuando el Obispo de Coria venía a Madrid, a dormitar en el Senado, o cuando la Condesa de X venía de Córdoba a que le arreglaran la vejiga averiada. Entonces le ponían las hermanas una cama pintada de laca celeste, silla de lo mismo y colgaduras granas, y la trinidad antes dicha seguía presidiendo el ronquido de la parte animal –casi toda– del Obispo y los sobresaltos de la Condesa jamona». (más…)
¡Quiero, he de hacer esto, y lo otro, y lo otro!… Y ante mí, todo entusiasmo y alegría, como si fuera luz mi sangre, y yo un verde roble milenario, blanquioro una vez más de primaveral aurora; el día verdadero de mi vida se me presenta largo, sin noche, eterno (porque la muerte es nada), con su bellísima mañana retenida, su mediodía de perene plenitud, su inmensa tarde abierta… ¡Mi vida de cada día! ¡Siempre sí, llena de pájaros altos la ardiente copa; siempre más! Como en esos antedías del día (en un viaje de madrugada, en un temprano desvelo), cuando, ya firme el cuerpo y dispuesta para luego el alma, nos decimos embriagados: Hoy haré esto, y lo otro; y ya es hoy (y lo estamos ya haciendo todo), un hoy azul y rosa en las blancas paredes a oriente, y ya lo estamos gozando; y aún no es hoy…
Autor: Juan Ramón Jiménez Longitud de impresión: 57 páginas Editorial: HMR Idioma: español
Venus del mar de tierra de Castilla, apareciste en mi enconado pensamiento del empolvado retorno (¡mareante simón feo!), blanca, mate, acabada de subterráneos siglos; perla fresca sobre una loma que daba a un abismo; levantada tu dura desnudez a la vida (volaba mi futuro manto blanco) como en una sólida ola permanente. Eran realidad tus alcázares posibles, hermosas fábricas de piedra, lisos, netos, sencillos, sin esa menuda falsificación catalana que recoje el polvo; vencedores por adustez, por noble jeometría, por purísima y fuerte dignidad. ¡Qué bello todo, al fin; y nosotros (para siempre) qué felices! Subimos abrazados a una ancha torre, a tomar el aire del anochecer de la primavera que venía. Castilla paradisíaca y definitiva se perdía en el ocaso, en serio, dichoso, inmenso oleaje de lomas grises, violetas, azules; con un sol último de primitiva plata, que le derramaba (rompiendo las grandes nubes, en lenta fuga, del montón antiguo) una cristalina eternidad crepuscular. (más…)
Todos los días oigo y leo cosas distintas sobre la manera de hacer España. ¿Pero España se va a hacer así, en una esquina, en el café, en la prensa? No; que trabaje cada uno en su casa, plenamente, en lo que sabe. En sus libros, en su cátedra, en el laboratorio; con voluntad, con espíritu, con amor. Pasados unos años, España será una suma de obra y acción pura; será (sobre granito bueno y mirto) amor, espíritu y voluntad. Recójase hacia dentro el río de la palabra y trasmítase y hágasela duradera. Hablar, sí, pero de otro modo y mejor. ¿Que otros, mientras, se harán dueños? Sí, pero por menos tiempo que ahora. Y, mientras, que sea la obra verdadera y grande el premio, la luz, el pan de verdad, de los que no lo sean ni lo quieren ser. Y, por otro lado, ¿es que puede más el dueño que el libre? (más…)
En una semana tan loca como la de Sant Jordi en Barcelona, donde la vorágine alrededor del libro es tan intensa, pueden pasar tal vez desapercibidas las obras más importantes, y aunque los Libros de Madrid llevan ya unos meses por el mundo, lo cierto es que en la temporada primaveral en la que estamos no han aparecido muchos títulos tan relevantes como este que ahora presentamos. La edición de un libro de Juan Ramón Jiménez siempre es importante por sí misma, pero si además cuenta con una proporción de textos inéditos tan numerosa, esa aparición cobra ya carácter de acontecimiento. De modo que aunque los libros más importantes sean acaso los que menos importan, estamos ahora ante uno que sí debe importarnos en relación con su trascendencia. (más…)
Me desperté, las 4, ya día esmeril, vertical, azul y agua. Un nudo en el alma. Por el arrabal del sueño hondo, se quedaba, como en el foso último de un teatro de vida y muerte, la revuelta pesadilla: mi desnuda morita enamorada, la revolución brillante y colorida de alhajas, sedas, luces, el pequeño sultán graso con sus sólidos bigotes de lagarto y su alfanje con rubíes cojido, para mi garganta, de la panoplia del Paraíso verde de Mahoma. Yo creía que yo estaba diciendo: «Por aquí, morita hurí, por aquí». Pero en realidad, ya de pie conciente tras un sorbo de agua, lo que yo me encontré repitiendo, y con gran prisa, era: «Amar, amer, amir, amor, amur. Amur, amor, amir, amer, amar». JRJ. Morita Hurí. Obra Poética (Ed. Espasa). Vol II, Tomo IV. Viajes y sueños. Lápiz Patrio. (Ed. Domínguez Sío). Pag 660.
Por fin acaban de ver la luz los dos volúmenes de «Obra Poética» (verso y prosa) de Juan Ramón Jiménez, Premio Nobel de Literatura cuya concesión cumple precisamente 50 años en 2006 coincidiendo con el 125 aniversario de su nacimiento. La decisiva actuación de la Biblioteca de Literatura Universal (BLU), que dirije Claudio Guillén, en colaboración con la editorial Espasa y un amplio grupo de estudiosos y especialistas, han propiciado este hercúleo trabajo, una aproximación decidida a sus Obras Completas cuya ausencia aún averguenza a la cultura en castellano cuando tantos y tantos otros contemporáneos, e incluso algunos poetas aún vivos, ya han gozado -seguramente con todo mérito- del privilejio que supone ver la mayor parte de su producción reunida. El pobre Juan Ramón, tan rico en jenialidad, luminoso, prolífico, orijinal y creativo, dejó su poesía y su prosa tan abierta, tan sujestiva, tan atrayente, que los editores que asumen con paciencia y cabeza hacer frente a la dificultad de sus nuevas ediciones (el material inédito sigue siendo abundantísimo y lamentablemente sufre serio riesgo de deterioro y pérdida por la falta de dijitalización de su archivo en Puerto Rico), merecen un sincero aplauso por encima de cualquier otra consideración, envidia, vendetta o rencilla, tristemente habituales en el mundo poético, político o universitario. (más…)