ELENA MARTICORENA. 41 años han pasado desde aquel fallido golpe de Estado del año 1981, que puso en jaque a la sociedad española durante lo que para muchos fue, la tarde más larga de la historia de la democracia. En plena transición y sin los medios actuales, los españoles vivieron con ansiedad el secuestro de los diputados del hemiciclo. Los periodistas allí presentes fueron los únicos testigos capaces de retransmitir, con los pocos medios de los que disponían, los hechos que hora a hora se sucedían. Tampoco los militares que accedieron al Congreso de los Diputados pudieron conocer las maniobras que se estaban produciendo fuera. Quizá, si el golpe de Estado se hubiera producido en plena era digital, habríamos podido preguntar a Antonio Tejero cuales eran sus planes tras la toma del Congreso. O quizá el mismo habría depuesto las armas mucho antes al comprobar la falta de apoyos. Del papel crucial que jugó la prensa en aquel histórico día y de los cambios que se han producido en la actualidad, se habló en el Desayuno «Cultura Commodore» este miércoles 23 de febrero (2022). David Felipe Arranz fue el encargado de moderar el debate al que asistieron José Manuel González Huesa, director de la agencia de prensa Servimedia, José Luis Barceló, director de El Mundo Financiero y Federico Utrera, editor de Majadahonda Magazin cuya intervención recogemos y ampliamos en esta crónica.
¿Qué papel jugó la prensa durante la Transición y especialmente durante el 23-F? – Federico Utrera: mi recuerdo es más científico y teórico que experimental, porque en el año 1981 aun no ejercía el periodismo y de hecho, voté por primera vez en el año 1982. Yo era entonces oyente de onda corta (una banda de frecuencia que te permitía escuchar emisiones de radio de otros países, desde Radio Francia Internacional a la Deutsche Welle) por lo que la intrahistoria del golpe de Estado tuve que estudiarla en la carrera, a través de aquellos famosos cuadernos de la Transición que publicaba Diario 16, el casi centenar de libros de bibliografía que tuve que leer y otras tantas entrevistas que sirvieron para elaborar mi primer libro, «Canarias, secreto de Estado«, editado precisamente en Majadahonda (Mateos López Editores, 1996). Allí le dedico un extenso capítulo al enigma del «elefante blanco», del que con este apoyo documental sostengo que era el capitán general González del Yerro. Por otra parte, existen muchas analogías y algunas diferencias entre la prensa analógica de la Transición y la digital que se lee en la actualidad. Y se siguen dando «golpes de estado», pero de otra manera.
Federico Utrera también hizo referencia durante su intervención a la obra «Vida de Sócrates», escrita por Antonio Tovar, en la que se habla también de política y comunicación y como en aquella época milenaria (siglo V antes de Cristo) ya existían los «sicofantes«, que desempeñaban el papel de los actuales digitales de hoy con sus llamativas denuncias y el periodismo de investigación pero también con sus intereses y arbitrariedades, por lo que ambos periodos » se parecen con lo que se practica hoy en día, como era el teatro de Aristófanes, que desempeñaba la función de un moderno Albert Boadella. Yo veo que hay cosas que se siguen haciendo y otras que han cambiado y recomiendo el libro «El pianista en el burdel» de Juan Luis Cebrián para comprender la evolución del periodismo desde sus inicios hasta el siglo XX. Luego hemos pasado de una época analógica a una digital, de una oligocracia donde existía 1 canal de televisión, 2 o 3 emisoras de radio y 4 o 5 periódicos importantes, a un panorama multiforme y fractal. Muchos periodistas nos hemos convertido en editores para sobrevivir, aunque yo ya ejercía de editor literario en la época analógica, cuando conocí a Juan Goytisolo, Fernando Arrabal o Michel Houellebecq y publiqué sus libros. Ahora el reto es unir a estos editores locales y sectoriales para que también unan fuerzas en una misma plataforma y trabajen en red con objeto de crear una industria de mayor tamaño donde ahora solo hay talento y oficio…».
«Ahora hay más transparencia y los periodistas siguen trabajando con las mismas ganas e ilusión» explica el editor de Majadahonda Magazin. Cuenta además que fue durante 8 años Secretario General de la Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP) que fundó con un grupo de compañeros, precisamente rescatando la que había en la Transición: «el panorama que me encontré 6 años después del 23-F, ya en 1987, fue desolador, apenas había 5 ó 6 periodistas en la sala de prensa, un fax destartalado y viejas máquinas de escribir…». Por eso añade: «La primera vez que fui al Congreso de los Diputados fue para entrevistar al abogado y diputado Juan María Bandrés y al acceder al edificio de la Carrera de San Jerónimo había solo unos pocos periodistas en la sala de prensa que iban a diario: Julián Lacalle, Gonzalo López Alba, Carmen del Riego, Pilar Cernuda, Julia Navarro, el veterano corresponsal del Diario Vasco y Faustino, otro curioso personaje«. Pero todo evolucionó rápidamente: años después la entrada al hemiciclo tuvo que ser restringida por aforo, pues en los años noventa ya estaban acreditados cerca de 200 periodistas. Sin embargo, a las ruedas de prensa diarias apenas acudían media docena de profesionales». Sus memorias y anécdotas más sustanciosas de aquellas peripecias parlamentarias están recogidas en su libro «Los Leones del Congreso» (La Esfera de los Libros, 2012), un ameno relato sobre periodismo y política parlamentaria que aún sigue vendiéndose.