No es una sustitución sino una sucesión, como la pintura al óleo lo hizo con la pintura al huevo, el lienzo a la tabla y esta a su vez a las pinturas en las cuevas. Esta concepción del videoarte tiene a Bill Viola como profeta y aunque no fuera el pionero, la Biblioteca Bill Viola pretende publicar no solo las diversas ediciones que el profesor Federico Utrera ha escrito sobre este videoartista, sino todas aquellas que posean este mismo enfoque sobre el videoarte o tengan como referencia a su principal protagonista.
La cámara, el plasma y el tiempo se van abriendo paso entre las generaciones nativas digitales y audiovisuales como sucesión del pincel, el lienzo y el color del arte clásico o contemporáneo. Y consideramos que, desde este punto de vista, el videoartista Bill Viola es el «Picasso» del siglo XXI, calificativo que él rechaza y que al inicio de su carrera se le colgó de manera despectiva: «El Picasso de la Generación MTV».
«Hay un malentendido y ese malentendido será nuestra ruina», escribió Kafka. Y algo de eso ocurre con el actual éxito de Bill Viola: hasta los 36 años no vendió su primera obra (no un vídeo sino la videoinstalación “Habitación para San Juan de la Cruz”, al MOCA de Los Angeles en 1987), tuvo su primera exposición en una galería comercial cuando tenía 41 años y trabajó 17 años sin representante. Y cuando nació su primer hijo no tenía ni seguro médico ni dinero siquiera para comprar toallas.
Su primera exhibición en el MoMA de Nueva York, que fue vista a ojos de la prensa como un gran éxito, fue en realidad sentida por él como una frustración, ya que fue expuesta en una escondida sala de los sótanos del museo, junto a los aseos, dato ausente en las aproximaciones biográficas que se han producido en torno a su figura. Esta circunstancia es similar a la que padecieron los pintores impresionistas antes de acceder a los museos franceses, cuando sólo podían exhibir sus obras en el ya hoy célebre “Salón de los Excluídos”.
Apenas transciende que su temperamento artístico es frágil, vulnerable y quebradizo, como lo evidencian al menos cuatro “bloqueos” mentales, tres en Estados Unidos y uno en Japón, coincidiendo con sus depresiones creativas. Además padece disgrafía, alteración psicomotriz sobre las formas, los sonidos y la escritura. Esto le enseñó a aprender a trabajar desde una “posición de debilidad”, circunstancia que considera fundamental para emprender una obra de arte valiosa y que la define como la distancia que existe entre la profundidad de los propios sentimientos y las limitaciones de las propias capacidades.
Maria Gloria Bicocchi, galerista y su primera mecenas desde una de las primeras galerías de vídeo del mundo, «Art/Tapes 22», (Florencia), considera que el videoarte no era para Bill Viola un medio como otro cualquiera, como lo era para muchísimos otros artistas: “¡El vídeo era él!”, exclamó en una ocasión. Por esta razón, aún conociendo la «prehistoria» videográfica de Wolf Vostell y Nam June Paik, consideramos que los cimientos del videoarte como nueva disciplina artística fueron construidos después por Bill Viola. Y de ahí que hayamos iniciado esta Biblioteca Bill Viola con la biografía, crítica artística y catálogo razonado que el profesor español Federico Utrera ha realizado y que queremos que sirva de base para nuevas publicaciones en torno a esta perspectiva sobre el videoarte.