«Federico Utrera, periodista prolífico, escritor de biografías literarias y en su momento bibliófilo empedernido, nos habla de los Panero, de Goytisolo y del parlamentarismo español. Dirige en Madrid un diario multimedia, pero no olvida Almería: “Cuando mordisqueo la manzana pienso lo que fue el paraíso y me recuerda a mi infancia en el Zapillo”. La semblanza pertenece a Alberto Gutiérrez Delgado, que se define como periodista, emprendedor, viajero y lector y que posee como lema «las cosas no hay que decirlas sino hacerlas: vivimos el mejor momento de la Historia y debemos aprovecharlo». Su entrevista con Federico Utrera en La Voz de Almería la ha reproducido también en su blog «Al otro lado de Aqaba«. Alberto Gutiérrez es el creador de elperiodicodetudia.com y elrelatodetuvida.com y así fueron sus curiosidades:
Uno de tus libros, “Después de tantos desencantos”, descifra los códigos de una familia de poetas, cuya cabeza más visible fue Leopoldo María Panero. ¿Qué encontraste en ellos que pocos conociesen?: –Toda una aventura y un libro que la recoge. Cuesta encontrar seres humanos singulares que lo sigan siendo en la madurez y toparse con una familia entera es un descubrimiento. Decía Cernuda que carácter es destino y lamentablemente la saga se extinguió, como predijo Michi. Pero eso sí: los Panero fueron una original constelación de estrellas.
¿Quién crees que les marcó más, su padre, que pasó de ser comunista a franquista, o su madre, quien en la película “El desencanto” tiene un gran protagonismo?:–Biológicamente somos medio padre y media madre, las células no engañan. Así avanza el género humano. Del padre heredaron la pasión por la poesía y la literatura y de la madre por las artes escénicas. De dos genios florecieron tres más. Me decía el poeta y periodista Antonio Lucas que el Leopoldo María de la primera época dejó poemas brillantes, no así en su última etapa, cuando la locura había hecho ya demasiada mella en él. ¿Cuál es su impacto real en las letras españolas?: –Leopoldo María en vida era el poeta español más traducido, mejor pagado y excuso decir que el más cinematográfico: llevo a cuestas por universidades y asociaciones un ciclo de cine con todas sus películas y superan la decena. En el libro los comparo a él y a Juan Luis con los Machado de finales del siglo XX.
¿Y su hermano Michi?: –Se le ha definido como “un escritor sin libros”, pero era algo más: fue el “guionista” en la sombra de “El Desencanto” y quien inventó su leyenda. Está por descubrir literariamente, aunque lo suyo era el artículo. Tuviste mucha relación con el recientemente desaparecido Juan Goytisolo, tan unido a Almería. ¿Hemos sido generosos con el escritor en esta tierra?:
-Creo que sí, era el lugar que más le gustaba de toda España y donde se sentía más cómodo. Él se trajo a Valente, a quien también conocí y estuve a punto de editar. Pero esa es otra historia…. Tuviste el honor de que te hiciera varios reconocimientos públicos a través de sus textos, él que tenía fama de huraño. ¿Para Goytisolo la literatura era casi más importante que la vida? –Uhmmmm, difícil pregunta porque él se definía como Cervantes, “perro viejo” de la literatura, no confundir con “letraherido”, que es fauna menor. Cuando vida y obra se confunden nace el genio, de ahí que la mayoría de mis libros sean biografías literarias. Me fascina descubrir la huella biográfica del genio en textos que aparentemente nada tienen que ver con ella. De mi admirado Fernando Arrabal, aparte de adaptar su libro al teatro en “Arraballebecq”, edité su texto “genios, ingenios e ingenuos”, todos con la misma raíz. Por eso antes de escribir o editar un libro me acerco a los personajes o a sus descendientes para conocerlos en carne y hueso. La literatura, si es de verdad, es de “carne y hueso” también.
¿Con qué episodio de su biografía te quedas? –Bufff, su vida tenía aspectos muy sórdidos y alguna vez tuve el valor de confesarle que era menos interesante que su obra, como cuando siendo niño sufre la violación de su abuelo. Me interesan más sus ensayos: “Pájaro que ensucia su propio nido” está a la altura del mejor Américo Castro, con quien incluso se carteó. Fue un libro que me marcó. Como periodista diriges actualmente un diario multimedia en Majadahonda (Madrid) e impartes clase de comunicación en varias universidades. Antes fuiste cronista parlamentario. ¿Cómo encuentras hoy el Congreso de los Diputados? –No lo encuentro porque no lo busco, ahí están 20 años de mi vida recogidos en mis memorias parlamentarias tituladas “Los leones del Congreso”(La Esfera de los Libros). He vuelto al periodismo local que es muchísimo más difícil y complicado que el nacional o internacional. Lo inicié en Almería y continué en Las Palmas antes de llegar al “star system” de Madrid. Respecto a la docencia, enseño empresa digital y comunicación audiovisual, que para los que quieran dedicarse a este oficio son materias cada vez más complementarias.
¿Quién ha sido el mejor orador que has conocido? –Blasco Ibáñez, sin dudarlo. Lo conocí leyendo absolutamente todos sus discursos y sus libros, reuní casi 200 cuando padecí la enfermedad del bibliófilo compulsivo, hoy felizmente curada. Luego Luis García Berlanga, que presentó en el Congreso mi libro “¡Diputado Blasco Ibáñez!”, amplió con su serie de TV y sus anécdotas ese conocimiento mío, su abuelo Fidel había sido adversario suyo. Aquellos debates son piezas de teatro clásico y así se estudiarán, como a los griegos de Aristófanes: el sentido del humor los hace únicos y sus rivales están a la altura. ¿Y actualmente quién domina más la escena? –Obviamente Mariano Rajoy, es el español medio genial y triunfante como Franco, Alfredo Landa, Santiago Carrillo, Alfonso XIII, Barceló, Picasso, Felipe González, Jordi Pujol y tantos otros. Hay un denominador común en todos ellos que reflejan muy bien La Celestina, el Quijote o el Lazarillo y eso me encanta descubrirlo. En unos días participas en la Universidad de Burgos impartiendo un curso sobre el western europeo. ¿Le ha faltado mayor reconocimiento al género? –Sí, un grupo de “iluminati” estamos en ello. En esa vindicación comienzo por la poesía de Cernuda y Borges, continuo con la pintura de Salvador Dalí y Giorgio de Chirico y concluyo con la música de Morricone y John Cage, pasando por el videowestern de Julian Rosefeldt. Uno de mis pseudónimos en internet es “Le llamaban Trinidad”, así que…
Cambiando de tema, ¿la prensa está adaptándose bien a estos tiempos? ¿Puede recuperar el espacio ganado por las redes sociales? –A la primera pregunta no, a la segunda sí. Desde mi modesto “lab” multimedia local percibo que los dinosaurios de la prensa analógica se adaptan con dificultades y que los nuevos medios digitales son más pequeños y lo hacen mejor. El papel de la prensa se redefine, vuelve a sus orígenes, más de diario de avisos, árbitro político e “influencer”, además de productor de noticias donde las redes sociales mandan. Los pocos que sobrevivimos a esta catástrofe nuclear ya percibimos como nuestra función se equipara a la del alcalde, shérif, juez y reverendo de las comunidades del lejano Oeste, donde el periodista de chistera y libreta es inconfundible. Hoy lleva móvil multimedia y trabaja en red, pero es lo mismo.
¿La tecnología va a cambiar tanto nuestras vidas? –No, las ha cambiado ya. Leemos y escribimos en soportes digitales, luego pensamos primero y actuamos después en digital: compramos, viajamos y hasta ligamos digitalmente. Como interactúa lo virtual y lo real es lo que define nuestra época, junto con el gran cambio, de lo textual a lo audiovisual o multimedia. El “homo digital” acaba de erguirse y dar sus primeros pasos, nuestros nietos lo harán campeón del mundo de velocidad y en el tránsito modificará el periodismo, la política y la universidad, entre otras muchas cosas. Lo lamentable es que los “analógicos” que aún detentan el poder y se resisten a entregar la vara de mando o a erguirse, están haciendo sufrir mucho a sus congéneres y a sus sustitutos. ¿Qué ha sido o qué es lo más gratificante que has hecho? –Vivir y trabajar en lo que me gusta. Decía con sorna Juan Goytisolo que los que nos dedicamos a escribir no sabemos hacer otra cosa. ¿Qué se necesita para ser feliz? –Ahora cito a Leopoldo María Panero: en la infancia se vive y después se sobrevive. Cuando mordisqueo la manzana recuerdo lo que fue el paraíso y eso me recuerda lo que era la felicidad cuando vivía y jugaba en el Zapillo.