FEDERICO UTRERA. Un modesto médico rural llamado Edward Jenner, y aun antes en la China e India del siglo X, descubrió la «vacuna» cuando vio que las mujeres que ordeñaban vacas (de ahí el nombre) tenían pústulas en las manos y estaban inmunizadas. Los que bebimos este tipo de leche allá por el pleistoceno superior aún las recordamos. Las prácticas de Jenner hoy serían inaceptables para cualquier comité de bioética, razona el consultor sanitario internacional, Dr. Omar Díaz, por lo que tras ser rechazado por la comunidad científica hubo que esperar a Luis Pasteur para que «blanqueara» su método de vacunación con mayor control y rigor. Los primeros que derriban una puerta no son los primeros que pasan por ella. Algo parecido le ocurrió a Nikola Tesla con Edison y el descubrimiento de la electricidad. Pero eso también es otra historia…
Otros desconocidos «heterodoxos» fueron los heroicos doctores españoles Francisco Balmis y su primer ayudante, José Salvany y Leopart, catalán que murió en Cochabamba a los 34 años (1810): se desplomó muerto cuando se le cayó al suelo una lanceta de vacuna después de haber salvado cientos de vidas. Todos -incluido el rey Carlos IV– serían hoy lapidados por Unicef por haber embarcado a 22 huérfanos de una inclusa coruñesa que viajaron hasta Puerto Rico con su tutora Isabel López para vacunar contra la viruela las aldeas de Ecuador, Perú y México y Filipinas. Ni siquiera un aislamiento, aunque riguroso, es garantía para impedir la propagación de un virus. La única medida efectiva de control es la inmunización del 80% de la comunidad: ya lo dijo Merkel sin escándalo pero se armó la marimorena cuando la refrendaron Boris Johnson y Trump.
A eso se le llama tener «mala prensa» que hoy, con las redes sociales, no la conforman solo los periodistas, aunque sigan siendo muy influyentes. Lo cierto es que ahora es el Covid 19 como antes fue la viruela, la peste o el cólera. Y la elevada mortandad solo puede ser atajada hasta llegar a ese 80% de «rebaño» inmune con 3 antídotos: vacunas, aislamiento y salubridad pública. La primera va a tardar un poco según la primera autoridad mundial en gripe, el nonagenario doctor Robert Webster: aún estamos buscando la que diezmó al mundo en 1918. Una vez el virus se haga «circulante» y la población «inmune», saldrán las versiones 1.0, 2.0, etc… como las de la gripe, tipo A, B, C… Los antibióticos hacen su trabajo y los virus el suyo. Y todo se repite con fractal precisión cosmológica cada 100 años. Próximo capítulo: «Una pandemia siempre ha traído un cambio de sistema político global»