Federico Utrera.
Decía Picasso que en épocas de pobreza moral, lo fundamental es despertar el entusiasmo. Sin alumbrar un amor ardiente ninguna vida y, en consecuencia, ningún arte, poseen significado. Y esto vale para la política, el periodismo, la literatura o la oratoria, que fueron concebidas como artes y no sólo como tareas de gestión, siempre mejor si son modestas y modernas. Lógicamente sólo los grandes genios (Leonardo, Vermeer, Franklin, Einstein, Cervantes, Shakespeare, Gandhi, Jesús, Mahoma, etc…) llegan a despertar entusiasmo en el público con sus actos, palabras o creaciones, pero también existe el ingenio y el ingenuo, con la misma raíz latina que genio. Esa genialidad cotidiana en la que apenas reparamos reside igual en un transporte puntual, una empleada de hogar eficiente, una cuidadora de ancianos cariñosa, un médico comprensivo, un abogado con empeño, un narrador sincero y fiable, el acto desconocido del político o el funcionario público que no se pliega y defiende el bien común, el maestro que no arroja la toalla… (más…)